Cada ciudad tiene una escalofriante población de gatos silvestres, los cuales son abandonados y extraviados. Los intentos por erradicarlos fallan, por lo general, porque siempre existen nuevos gatos callejeros que añadirse al conjunto. Desde que el hombre ha intervenido eliminando a la población de ratas y ratones por medio de venenos, los gatos silvestres viven de otra forma. La mayoría de esos animales deben pasar sus vidas en condiciones espantosas escarbando en los cubos de basura y mendigando a los humanos. muchos de esos gatos de callejón son criaturas patéticas en la misma frontera de la supervivencia. Constituyendo un ejemplo más de la vergonzosa manera en que hemos roto repetidamente nuestro antiguo compromiso con el gato.
De: "Observe a su gato" por Desmond Morris.
Nadie sabe cuántos gatos hay abandonados, aunque se cree que hay por lo menos uno por cada dos que tienen casa; en Inglaterra podría haber tres millones y nada menos que doce en los Estados unidos.
Con frecuencia e irresponsabilidad sus dueños los dejan abandonados lejos de casa. o los dejan desamparados en la misma al cambiar de residencia. Un porcentaje muy reducido se extravían por diferentes razones. Los gatos vagabundos tienen tres alternativas: pueden defenderse solos por algún tiempo para morir pronto; pueden unirse a colonias silvestres; y unos pocos afortunados son rescatados por personas caritativas. Los silvestres son los gatos domésticos que lograron adaptarse a vivir sin sus dueños. las colonias de gatos silvestres vagan por territorios específicos elegidos por la comida y refugio que pueden ofrecer. Los muelles, los solares y basureros de las ciudades, son sus lugares preferidos. Pero se reproducen a un ritmo espectacular. esto quiere decir que los que hay demás o mueren de hambre, o se ven obligados a establecer otras colonias.
desde el siglo diecinueve sociedades protectoras de animales de todo el mundo se han encargado de los gatos y perros abandonados, especialmente en las ciudades, donde en la gran mayoría de los casos, el destino de esos animales ha sido una breve estancia en alojamientos atestados, seguida de una liquidación por medios humanitarios. Muy pocos han sido (y son) adoptados.
“El gato”, Editorial Blume
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