miércoles, 25 de febrero de 2009

LO QUE SIENTEN LOS PERROS CUANDO SON ABANDONADOS


"La vida que comienza para los perros abandonados por sus amos no es nada fácil, empiezan por sumirse en una profunda depresión que va unida a desórdenes emocionales; se sienten perdidos, desvalidos y desorientados. Los han dejado sin sus referentes afectivos, su gente, sus sitios, todo lo conocido y seguro para ellos. La mayoría mueren atropellados por vehículos, otros de inanición, etc."

Por Francisco Bejarán, veterinario de la "Sociedad Protectora de Animales y Plantas" de Madrid

El caso de abandono de los animales domésticos, auténtico y silencioso escándalo ciudadano, en que el capricho y la incomodidad colaboran por igual para comprar o adoptar y después abandonar a estas pobres criaturas desvalidas y condenarlas a un miserable fin.

Habito en un barrio muy alejado del centro de la ciudad. Es frecuente que aparezca cualquier día un perro abandonado, sus amos lo han echado por viejo, o por que si siendo cachorrito los divertía, al crecer lo encuentran incómodo. Son animales que andan de un lado para otro desorientados, la cola entre las patas, a los que se les asusta o apedrea, que nadie quiere. Al principio trotan con una cierta ligereza, miran sorprendidos a los viandantes, siguen a alguien un rato, olisquean los cubos de basura - cada día más herméticos, más impracticables. Pero poco a poco, van perdiendo peso, se les marcan las costillas, una oscura pesadumbre gravita en su mirada, miran a la gente con desolada resignación... Hasta que al cabo de unas semanas, desaparecen. ¿Habrán muerto en el bosque, en plena soledad, o se los habrá llevado la perrera?.

"Los animales perseguidos", por Baltazar Porcel

La vida de un perro se desarrolla de acuerdo con su experiencia cotidiana en su entorno habitual. Día tras día va aprendiendo la manera más acertada de responder ante hechos que se repiten una y otra vez en este medio ambiente que pronto hace suyo. Sus costumbres se convierten en leyes y existe ya una dependencia, una necesidad de convivir con ese medio que satisface sus exigencias corporales y de intercambio social de forma previsible y, por lo tanto tranquilizadora. De repente se encuentra en una calle o carretera desconocida y ve como se aleja el único mundo que conoce. El perro entra en una fase de extrema excitación cuya función sería potenciar una respuesta que resolviera la situación. Pero en este caso, ya se han cuidado sus dueños de que no encuentre solución. En poco tiempo pasa del galope al trote, y del trote al paso. Acaba sentándose y, finalmente, tumbándose en el suelo. Está sólo y nada de lo que ha aprendido ahora le sirve. Ante lo desconocido siente mucho miedo. Y todo lo conocido ha desaparecido para siempre.

Por: Ken sewell, etólogo especialista en comportamiento canino.


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