Aunque oficialmente
prohibidas, las luchas entre animales entrenados para ello siguen constituyendo
una excusa para las apuestas, que sirve,
además, de salvaje entretenimiento a los elementos más sanguinarios de la sociedad.
Esos concursos han
debido pasar a la clandestinidad, pero ello no quiere decir en modo alguno que
hayan desaparecido.
Desmond
Morris en “Observe a su perro”
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