Incluso hoy, en algunos grupos étnicos, los niños
aprenden la antigua tradición de despreciar al perro. La reeducación llevada a cabo en las
instituciones educativas se ha hecho muy cuesta arriba.
Una desgracia adicional que los perros deben llevar es la
de ser víctimas de muchas agresiones. Algunos de los ultrajes infligidos a los
perros resultan difíciles de creer. Solo
en Gran Bretaña, las sociedades protectoras de animales reciben cada año más de
cuarenta mil denuncias de crueldades llevadas a cabo con los perros.
Uno de los más desgraciados efectos colaterales de la
gran popularidad de los canes en las sociedades humanas, lo ha constituido el
crecimiento de la población de perros abandonados. Camadas de cachorros son vendidos a bajo precio, o regalados, y a menudo son
luego maltratados y abandonados. Todos
los años, el refugio de Batersea, Londres, se hace cargo de veinte mil perros
callejeros. La cifra exacta en 1985 fue
diecinueve mil ochocientos ochenta y nueve y de ellos un sesenta y seis por
ciento eran mestizos. Y esto sólo en un
establecimiento. Para la mayoría de esos perros se encuentran nuevos hogares;
pero otros muchos deben ser eutanasiados.
Se ha estimado, que, sólo en las Islas Británicas, deben sacrificarse
cada día dos mil perros. Y resulta
difícil saber cómo cambiar esta situación a través de una acción directa. La única esperanza para el futuro parece
consistir en una mejora general de las actitudes sociales en bienestar de los
animales.
Por Desmond Morris, famoso
investigador en la ciencia de la etología, dice en “Observe a su perro”.
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