Poco
se ha podido hacer para solucionar la errancia de tantos animales abandonados que
nadie quiere, nadie cuida y nadie protege.
"Tratamos
de ser bondadosos pero casi toda nuestra bondad se manifiesta en
muerte". Así
lo dice la declaración de "el problema" en un folleto de la campaña
para la prevención de un número excesivo de animales de compañía publicado por
la "Sociedad Humanitaria de los Estados Unidos".
"tratamos
de ser bondadosos pero la mayor parte de nuestra bondad se manifiesta en
muerte", es imposible oír estas palabras hoy en día, sin sentir una
gran tristeza y, tal vez, un sentimiento de culpa pues el número excesivo de
animales de compañía no deseados, es todavía el reto número uno que enfrenta el
movimiento de protección animal actual. Se crían, se venden, se descuidan,
se rechazan y se sacrifican demasiados animales de compañía.
No
todo el mundo, claro está trata de ser bondadoso; muchas personas que adquieren
animales de compañía lo hacen por impulso o por gratificación o necesidad
personal inmediata y no consideran la responsabilidad y consecuencias de tal
adquisición, Otros crían estos animales por placer, por curiosidad, por
ganancia, preocupándose poco de que la nueva camada aumentará el ya
irrazonablemente excesivo número de animales.
Para
muchos, lamentablemente, los animales sólo son bienes de consumo, una
"marca" si usted quiere, que le dará ganancias dependiendo de su
raza. Nadie sabe en realidad con precisión cuantos animales de compañía están
siendo sacrificados, sean accidentalmente, por negligencia, para
experimentaciones infructuosas e innecesarias, o por aquellos que realizan la
eutanasia en tantas ciudades del mundo, muchas veces con métodos dolorosos y
crueles o por quienes propugnamos por este medio para evitar el sufrimiento
de miles de animales maltratados, heridos o enfermos.
Lo
triste del tema es el hecho de que estemos obligados a matar, así sea a uno
solo. "Tratamos de ser bondadosos pero la
mayor parte de nuestra bondad se manifiesta en muerte". Es un a
paradoja el que un perro o un gato saludables tengan que ser sacrificados en
una sociedad que se considera a sí misma civilizada y humanitaria. Y está
muy cerca de lo criminal que algunos sean obligados a servir como ejecutores
mientras otros continúan llenando los albergues, que han terminado por
convertirse en depósitos de nuestra dureza e insensibilidad.
NO
QUEREMOS QUE NUESTRA ACCIÓN DE BONDAD SE MANIFIESTE EN MUERTE
Por:
Aníbal Vallejo R. Presidente de la
Sociedad Protectora de Animales, Medellín-Colombia. EL MUNDO
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