
Dormía solamente dos horas al día.
Sus tres hijos comían latas de alubias congeladas.
Ha perdido la custodia de sus hijos, le han prohibido tener animales y no podrá conectarse a Internet.
Tan enganchada a un videojuego que olvidó que tenía unos hijos y unas mascotas que atender. Así estaba una mujer británica de 33 años que ha saltado a las primeras páginas de los medios británicos después de que se descubriera que sus dos perros habían muerto de hambre por su obsesión con el videojuego Small World.
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